Odio
Que todo sea tan perfecto.
Me estremezco,
con la rodadura, que da el sedimento
de tu cintura, y mis manos
en tu cadera, se pierden.
Aparecen, sin embargo,
en tu pecho.
Y asqueo,
el momento en que se separan.
Apoyo,
los antebrazos, sobre la cama.
Tu pelo, mis uñas, detrás de las orejas.
Mis índices, entonces, rodean tu pescuezo
y de mis pulgares, tu miedo, a que apriete la garganta.
Luego, la nuez, sola, retrocede
con lo que susurro, llegado el momento.
"El equilibrio, de tus formas,
es bemol de mi sostenido.
Y en mi aliento, el abismo
del silencio, en nuestra melodía
que es el contrapunto."
3 comentarios:
También odio la perfección y más en estos juegos y estas canciones.
¿Sabes?, mi abuela cuando mataba las gallinas viejas, como decía ella: hay que matarlas por el pescuezo. Hacia tiempo que no leía esta palabra en ningún contexto.
Saludos Manuel Jesús.
muy bueno el rimto del poema y el propio poema. felicidades.
josé perona.
Me encanta...
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