viernes, 10 de junio de 2011

DOCTOR

Usted no me creerá, doctor pero le puedo asegurar que me resulta familiar esa mirada, aunque yo la suelo sentir multiplicada, que noto la misma frialdad en mi espalda pero el mismo calor en mi delantera, el mismo deseo y las mismas ganas; que noto el susurro que lanzan mis braguitas caídas tanto allí como aquí, que me dan tanto placer las miradas anónimas como la exploración científica, que me gusta la medicina pública pero también la privada, que se estremecen mis poros tanto con el látex ajeno como con el dedo propio, que disfruto allí pero también aquí, que mi depilación gusta a los que desconozco y a los que me conocen, que se parecen demasiado mis juguetitos y los cacharritos de su consulta, que mi sexo se contrae al ritmo de miles de respiraciones lejanas y al compás de un diagnóstico cercano, que noto brotar la humedad de mi interior bajo el sol que todo lo inunda y bajo el foco que todo lo aísla, que me gusta tanto abrir las piernas aquí como en la azotea de mi casa…

Con una leve y comprensiva sonrisa el doctor permaneció callado ante la confesión de la paciente. Su vecina sólo había confirmado la idea que, hacía ya tiempo, tenía de ella…

1 comentario:

Anónimo dijo...

realmente bueno, muy bien narrado, me gusta. ¡ahora, la chica no se corta ni un pelo! ¿Algo atrevida quizás? je je. felicidades.

josé perona.