miércoles, 28 de marzo de 2012

SI TÚ ME DICES VEN por Alejandro Lérida


El sostén, las braguitas, el liguero,
la seda en que se enreda el alto día
de tu noche interior. Llora un bolero.
La oscura e intrincada lencería
es como un libro abierto. En la ventana,
la luna aún sermonea a tus pezones
al margen de la aurora, esa aduana,
serpentea en los blancos callejones:
tus piernas son acordes de un piano.
Hoy cierro antes de tiempo la oficina,
te pongo un crisantemo en cada mano.
Que le eche un ojo al niño la vecina,
que el agua ahogue el fuego de la alcoba,
que haré llorar de envidia a Casanova.

viernes, 23 de marzo de 2012

NOCILLA

La mayoría de mis amigos de la infancia elegían el negro, sólo el negro. Decían que lo demás era un añadido sin sentido, que el bote tenía desperdiciada su otra mitad. Eran multitud sin apenas contestación. Algún rarillo de la época prefería la parte blanca, sin mezclar, una rareza apenas entendida por los demás compañeros de clase, que no dudaban en tildar a esos especímenes como seres inferiores que no entendían el sentido de la vida. Pero, para raro, servidor: un hombre de convicciones e ideas propias. Siempre defendía la mezcla, esa síntesis de la que salía lo mejor de cada uno. Blanco y negro. Alfa y Omega. Yin y yan. ¿Por qué separar sabores si el paladar los une?

sábado, 17 de marzo de 2012

YO Y MISS CIRCUNSTANCIAS por Alejandro Lérida

Generalmente, el sol como un ladrón robándome la oscuridad, que me abandona por negocios urgentes, robándome las sombras, sus caricias, cada una, ni una menos, con sus ingenuas uñas, pero anoche mucho más voluntariosas, el último día, el fin del puente de Todos los Santos, había aprendido a amarte un año antes, y la sombra resucitando en plena noche, con orgullo y gratitud, me hablan en su nombre, se me dan sin condiciones, me arañan sin disputa, sin disputarle a mi propia mano, por ejemplo, el amor y la fidelidad que me profeso virilmente, mientras que ellas, que son dos y luego cinco, y ahora más, y todas afiladas y más tiernas que afiladas y eso me gusta, porque no saben cómo me gustan, ignoran cuánto bien me hacen aunque me hieran muchas veces, con perdón mi papi, con perdón mi negro, no es nada mi mulata, y yo que les perdono una a una la nostalgia con que me lo reclaman sin tregua, virilmente, porque ella en la sombra, ella en la oscuridad, es como una segunda patria, la noche, sí, esa otra patria, nada que ver con la luz de la patria, el claro día, no tan claro ahora, ay, y no es, sin embargo, una segunda patria sino otra patria distinta y tropical, con más sombras, menos luces, aunque más verdadera que el mismísimo sol y la luna menos mentirosa cayendo sobre el Trópico, como una epidemia de deseos, y ya me dirán cómo se combate eso, no se puede, no debe hacerlo nadie, te juzgan mal y sufres por eso, eres de nieve por fuera y de fuego por dentro, quien te toca se hiela mientras tú te abrasas, no sabes querer y estás queriendo siempre, no sabes vivir y estás tan viva, tu sitio no está en ninguna parte, siempre desearás un lugar diferente, porque en realidad, mi negra, no sois mujeres, parecéis mujeres y no sois, mi mami, habláis como mujeres por la noche, podéis actuar como mujeres en la sombra, pero sois de hecho seres completamente diferentes, como demonios hermosos con forma humana, y por eso tenéis garras y no uñas y las cabezas peladas y las narices extrañas y los ojos más bellos que yo he visto, aunque sin vida, y por eso y no otra cosa disimuláis lo mejor que podéis delante del resto de las gentes, y abro mis ojos y no la veo, encierro mis pupilas bajo llaves y allí está, por derecho divino, qué sé yo, y no logro comprender si los abro de nuevo por qué sus ojos de estatua no tienen vida, y cierro sus manos gozosamente, vuelvo a abrirlas, me dejo interesar lentamente por el dibujo a oscuras del pecho apoderado, de su pezón izquierdo y discutido por el pulgar y el índice, y vuelve a sus oscuros labios mi dedo corazón y se humedece el alma si la muerde, y toda el alma, así, en un solo dedo, tan despacio, sí, sabe a sangre su boca si la beso oscuramente, así, de esta manera, sí, con la tranquilidad de mi lengua arrellanada en su confortable lengua, como el sillón favorito, a espaldas del orgasmo todavía, que la hubiera molestado como una irritante intrusión, sumisa e irresistible, así mi negro, así mi papi, deja que mi zurda enloquecida, enloquecedora, acaricie una y otra vez su púbico y negro terciopelo, oh Dios, hasta que la penetro, oh Dios, Dios mío, en la última página de todos los gemidos uno a uno y me la gano en seguida y goza del placer casi perverso de irse desgastando muerdo a muerdo como un plástico duro que ahora me rodea con sus brazos, y mi memoria retiene sin esfuerzo aquel nombre y el sol como un intruso robándome la oscuridad, robándome a Elena sobre todo…

A la mañana siguiente el sol, sentado en la silla presidencial del día, obliga a la noche a retirarse, humillada, pese a su coraza de condecoraciones. Se desperezan las persianas de la isla. Y así, algo más tarde, tras el larguísimo puente de Todos los Santos, porque la vida hoy es mucho más corta, reabro el sueño de mi vida, mi negocio, mi pequeña boutique de moda, Cae la Noche Tropical, y como cada mañana la devuelvo a su sitio en el escaparate. Y si alguno, sí, no ha visto el Nilo, puede ahorrarse el viaje. Lo lleva inmenso en sus ojos.

—Mami, mira, el maniquí tiene una herida en la boca. Y se le está infectando.

miércoles, 14 de marzo de 2012

HABITACIÓN A SOLAS por Jorge Blanco

Me propongo explorarte como si fuera fácil,

como si no me guiara el mástil del deseo

ni espiara en tus ojos un paisaje de brújula. Lamer

la tersa hermosura en la sangre resuelta,

desatada por largas temporadas de recreo

en los malecones que cercan el oasis. Rolar sin trasgresión,

sin ceder al embargo, sin arriar las velas;

despoblando los parajes encantados de tu sexo.

Me propongo sin arpones fletar destacamentos

hacia el centro de todo, el resguardo infinito;

que portando banderas incendiadas se consuman

rodeados por playas y heraldos sin recinto.

Como si no existiera más que lluvia, piedras,

eléctricas gaviotas, quebrarse y beber, hacerse hueco

atravesado por frías tempestades; los lobos avanzando

desde el instante mismo al precipicio.



domingo, 11 de marzo de 2012

SABORES DE MI TIERRA por Lourdes N.J.

No sé si sabes

que dios besa mi boca,

sus labios son suaves, melosos.

Se atreve con mi cuello,

dice que sabe a melocotón

yo río, y él juega conmigo.

No sé si sabes

que dios besa mis senos

dice que son oscuros

como la noche sin luna,

con sabor a dos gotas de rocío.

No sé si sabes

que dios acaricia mi cintura,

después mis caderas y una vez

que ha penetrado en mi alma,

dice que sabe a flor de primavera.

No sé si sabes

que dios hizo el amor conmigo,

vistió las calles de Sevilla, con jugo de mi cuerpo

y las flores sabían a néctar de mujer desnuda.

Ya decía yo, que dios olía muy bien

y es que prueba todas las flores

de las calles de mi querida tierra.

Pero en Sevilla, dios visita mi cuerpo

y yo le digo con sabor dulce,

besando sus labios:

“Te pareces a mis sueños ".

miércoles, 7 de marzo de 2012

ERASMUS por Asun J.

Se pasea por la casa con poca ropa, mueve los labios como si amagara un beso. Me hago la tonta. Me mira de forma sugerente mientras le estoy contando las costumbres y tradiciones de mi país. Trago saliva, creo que no me escucha solo me mira, imagina. Sus hormonas de riesgo me cercan.

Se va a la habitación que le he alquilado. Cuando no está, entro en ella, la huelo, como huelo su ropa, sus sábanas, todo lo que roza y toca su cuerpo.

El desasosiego se instaló en mi casa con su llegada y ahora me aprieta el pecho. Miro la puerta por la que ha desaparecido, sólo tengo que ir hacia ella y abrirla...pero es él el que la abre. Huyo a la cocina y me dispongo a beber agua. siento en mi cintura una mano, la otra me quita el vaso y bebe de él. Mis miedos de mujer madura se desvanecen y me entrego a este joven de tierras extrañas al que ahora sí que voy a enseñarle cosas que aún no conoce.