martes, 22 de diciembre de 2015

PAPÁ NOEL por Mecu Nil Hingus

La cena de Nochebuena en familia fue opípara. Tuve que resistir las miradas lascivas de mis cuñados. Y eso que mi falda, tal vez más corta de lo habitual para este tipo de celebraciones, dejaba ver sólo la liga bordada de las medias y algo del liguero. Al recoger los platos sentí un bulto duro en mis glúteos mientras la voz de mi cuñado Eloy me susurraba algo al oído. Pero todo quedó ahí. Ellos se fueron y yo me fui a la cama. Dormitorio de soltera. Los peluches de siempre. Apagué la luz y caí en la cuenta de que no le había podido nada a Papá Noel. Cerré los ojos y formulé un deseo. Con la ayuda del cava me quedé dormida muy pronto. El sueño me llevó de la mano hasta una sensación que empezó a bullir entre mis muslos. Las ingles, depiladas y un punto húmedas, sentían la lengua de un experto. Mi clítoris ardía. Mis labios se abrieron hasta derramarse en la boca del desconocido. Abrí los ojos. Blanco y rojo. Me guiñó un ojo mientras la silueta de un reno se dibujaba en el contraluz de la ventana. Entonces me acordé del anuncio de Coca Cola que había visto esa misma tarde en el metro. “Haz feliz a alguien”.  


domingo, 6 de diciembre de 2015

EXPOSICIÓN por Don Triquitraque


Mis pechos volvieron a la arcilla. Tierra madre. Al verlos sentí las manos del escultor en el seno de la tierra, en el barro modelado. El aire me faltó. Fue un instante. Un pellizco. Como si esas manos me hubieran apretado los pezones. Como si el juego se hubiera prolongado durante aquella tarde de mayo. Cuando posé para él. Cuando sus ojos me desnudaban por dentro. La exposición estaba a punto de cerrar. Aproveché un descuido del vigilante. Me acerqué. Mis dedos sintieron el frío rugoso de la materia. Ahí abajo, en el centro de mi tierra, el barro era lava. Volcán. Pero no podía decírselo a nadie. Empezando por el artista. Y terminando por el escritor de los textos...

martes, 17 de noviembre de 2015

ANGÉLICA



Muchas noches pensé si eras trono, dominación, virtud, potestad, querubín o serafín. Llegabas en silencio, en el suspiro de un vuelo etéreo, confundido con las sombras y revestido de tu iconografía angelical. Puro tópico. Me susurrabas músicas celestiales y llenabas mis oídos de aquello que yo quería oír. Quizás así me conquistaste para tus cielos… Caía la noche y yo sabía que eras mi guardián, ángel de mis sueños, dulce compañía. Llegabas, callabas y mirabas. Y en un aleteo rápido, huías hasta los cielos de otras moradas… Hasta que te comprendí. Y te esperé. Y llegaste. Y te miré. Y me acaricié. Y me desnudé. Sin tapujos ni complejos. Mis braguitas descendieron lentamente de los cielos a la tierra. Desnuda frente a ti. Y me mostré. Y me dejé. Y me abrí. Y me llené. Y me callé. Y controlé. Y sucumbí. Y grité. Y me dejé. Y me corrí. Y ascendí. Y descendí… Un vuelo que me llevó a las más vertiginosas de las alturas… Ahora estoy en la más placentera de las estabilidades. Siento que lo he comprendido. Porque lo he vivido. Porque lo he sentido. Porque la humedad que se derrama de mi sexo así me lo recuerda… Esta noche no he notado que tuvieras alas.

martes, 23 de junio de 2015

viernes, 22 de mayo de 2015

ASAHI (EL SOL DE LA MAÑANA)



Llegó en vacaciones a la tierra del Sol y alguien la recibió con  el viejo tópico:
- “Vienes de la Tierra del Sol naciente a la Tierra  del Sol penitente”.
 Algo comprendió de la compleja frase cuando, en la vieja azotea, junto al patio de vecindad, decidió tomar aquel manjar de dioses. Pasó del pantalón corto inicial a la camiseta de tirantas y de ésta, al bañador largo, que se hizo corto en un posterior bikini; incompleto en una posterior toma, e inexistente en el tercer día de exposición pública en el viejo rincón encalado del viejo patio. Asahi, cara, pechos, caderas y sexo al sol, pensaba que nadie la vería. La ventana indiscreta de su patio no pensó lo mismo. Por eso, sus vecinos decidieron animar sus exposiciones en una mezcla de melodías que parecía no entender…
Por el viejo patio encalado se oyó al rayo de sol que me trajo su amor, al sol de la de la mañana que al campo sale, al sol solito caliéntame un poquito, al sol que rayaba, al cuando calienta el sol aquí en nosequé playa y hasta al cara al sol con no se qué camisa nueva… Melodías incomprensibles para la mujer que vino del sol naciente y que convirtieron al viejo patio en un recopilatorio de músicas y de miradas que acompañaban cada ritual expositivo. Melodía que acompañó a un cuerpo desnudo que pasó del blanco de oriente a la piel dorada y hasta tostada del clima mediterráneo, entre surcos de sudor que juguetearon durante dos largos meses por las curvas lascivas del cuerpo de aquella misteriosa mujer que sólo cubría su pelo del sol. El resto de su piel y hasta el interior de su lujuria, fue fecundado durante todo un verano por el más rey de los astros…
Todo llega y todo pasa. Ayer llegó la hora de su partida. Asuhi, el sol de la mañana en la lengua del lejano oriente, volvió a su nacimiento. En la vieja azotea del viejo patio han callado de tristezas las melodías de un largo y cálido verano. Silencio de miradas y de corazones sin pulso.  Son demasiadas las púpilas huérfanas de deseo. El Sol se ha hecho penitente cuando no ha encontrado las sensuales curvas que un día dieron sentido a su existencia…

domingo, 10 de mayo de 2015

ALICIA




-¡Pelirroja mala suerte…!

Ha sonreído delante del espejo recordando la cantinela que la acompañaba desde la más tierna infancia. En la calle, en el cole, con las amigas… Una acumulación de tópicos que no cesaron con la llegada de la adolescencia, aquellos días intensos en los que no desaparecieron las pecas de sus mejillas, en los que aumentó el volumen de sus pechos y en los que el rojo de sus trenzas se expandió a aquellos pezones incipientes y a otros lugares más inconfesables.

Pelirroja mala suerte...! Cuando sus compañeros de clase le tomaron gusto a la cantinela, también lo hicieron, otro tópico más, con la costumbre de pellizcarla para evitar la supuesta mala suerte. Y pellizcaban, vaya si pellizcaban, ellos sabían donde y ella sabía donde, aunque nadie quisiera explicar el porqué, ni falta que hacía…

- ¡Pelirroja, mala suerte…!  Le susurró aquel pícaro profesor particular después de enseñarle que en la mitología griega las mujeres pelirrojas eran consideradas brujas, perversas, provocativas y amigas de lo oscuro; todo, un momento antes de contarle otro secreto  desconocido hasta entonces:

- Si te cruzas con una pelirroja, tendrás mala suerte durante tantos días como botones tenga tu camisa…

No sabía el pícaro educador que aquel rojo del pelo se asociaba al riesgo de una mujer que le arrancó todos y cada uno de sus botones, a la obstinación de unos pezones encaprichados en una dureza perturbadora, al peligro de una joven cuyas manos descendían como una melodía dotada de ritmo por su entrepierna, y a la sorpresa de toda una dama que prolongaba el rojo de sus cabellos hasta el vértice prohibido bajo  una volátil falda.     

- ¡Pelirroja mala suerte...! Delante del espejo ha recordado todas aquellas secuencias en un instante. Quizás haya sido una eternidad. El cristal le ha recordado el peligro que se encierra en cada rincón de su desnuda piel. Las trenzas son el presente de un pasado cercano en el deseo. El tiempo se ha detenido en la eternidad de sus curvas de mujer. Eso pregona el espejo. En la soledad de la habitación, sus manos siguen acariciando la más sensual de las melodías…  

lunes, 4 de mayo de 2015

MAÑANA ACABO CONTIGO por Humberto G.



Jadeante se echó a un lado. Me hizo sitio. Sudaba y emitía un calor rosado. Respiraba por la boca. Había dejado de contonearse, quieta, boca arriba, tuvo un escalofrío.
-¿Te has corrido?
-Todavía no.
-Bueno. Mañana entonces acabo contigo ¿Vale?
Me dio un beso de buenas noches, se dio la vuelta y se dispuso a dormir.
-No vale.
Al volverse, me había dejado la abertura entre sus piernas que dejaba entrever su vello púbico.
-Bueno, pero hazlo tú todo, que estoy cansada -dijo sin moverse
La cogí de la cintura, como un peso muerto. Sólo conseguí ponerla boca abajo. Al empujar arrugó la nariz y abrió la boca en expresión como de queja. Entró fácilmente en las primeras embestidas pero en una de ellas se salió y en la refriega, sin darme cuenta, entró por aquel lugar que siempre dijo que no, por el hueco del que siempre reía para frenarme y que decía inmaculado y virgen, no, yo nunca, y, sin embargo, entró con la facilidad con que se habría introducido un dedo jabonoso. No se quejó, ni protestó, ni se movió, ni lo expulsó, y yo terminé sin obstáculo alguno convencido de que el recorrido vital de quien estaba acostada a mi lado iba más allá de las verdades que me había contado y se adentraban en lo imaginable detrás de  las negaciones, las sonrisas y las preferencias. En la misma postura, con mi savia dentro, se quedó dormida como un animal pecaminoso, sudado, dejado caer desde lo alto, boca abajo.
Solo se rascó la nariz y se durmió dejándome a mí toda la intriga.

viernes, 10 de abril de 2015

EL RUISEÑOR por Lourdes N.J.


De los amantes que tuve
ninguno fue tan sincero
como aquel ruiseñor
que al alba de la mañana
cuando se iba,

dejaba un jazmín
en el alféizar de mi ventana.

viernes, 13 de febrero de 2015

POR LOS PIES



Frente al espejo me poseyó la eterna duda que ya tuvieron otros en la historia. Dónde estaría la obra de Arte… ¿A un lado o al otro? Quizás en la delgada línea que se separa nuestras fantasías de nuestras realidades. Juego borrominesco de sensuales curvas y contracurvas en esta cercana orilla, la carne hecha carne, la piel hecha piel, y prolongación enmarcada al otro lado, el que refleja benditas realidades que a veces parecen querer quedarse a este lado del espejo. Y yo en silencio. Y ella también. Y yo tan bobo. Y ella tan lista. Y yo con prisas. Y ella tan eterna. Y yo desnudo. Y ella vestida. Todavía. Sin prisas. De la cabeza a los pies…
-         ¿Qué piensas, tontorrón?
La interrogación debió azotar algún rincón de mi cerebro tanto o más que la línea serpentinata de su cadera, látigo que, en aquel momento, parecía fustigar cada poro de mi piel…
-         No me creerás. Pensaba… (Si es que se podía pensar en aquel momento). Pensaba por dónde debe empezar una mujer a desnudarse…
Creo que calló su respuesta, no habléis que mueren los críticos pero no el Arte, que quizás no exista, o no existió nunca, pero sí las artistas. Pero habló su cuerpo. Hablaron sus ojos extasiándose. Hablaron sus labios inflándose de rojo. Habló su lengua barnizando sus labios. Hablaron sus dedos borrando errores que ocultaban la belleza: adiós pañuelo, adiós botones de la blusa, adiós cremallera, adiós falda, adiós corchete, adiós blancos encajes que ocultaban el más oscuro y sutil encaje… Mirando al espejo he dudado en qué espacio se sitúa la rotundidad de su desnudez. Quizás soy el que está al otro lado de la obra. Quién sabe… Sólo sé que no he desaprovechado la ocasión de dejar escapar a esta Proserpina, de responder haciendo mías las interrogaciones de sus caderas, de penetrar en el oscuro secreto del encaje que enmarca su sexo, de beber el manantial de sus fuentes; adiós telas, adiós preparativos, adiós preámbulos, adiós miedo al cuadro en blanco, bienvenida sea la obra perfecta, esa que dicen no existe, bien que mienten, confieso que lo he vivido, confieso que la he gozado, confieso que la he sentido, confieso que la he penetrado…
Mirando al espejo vuelvo a pensar,  si es que eso es posible…
Ahora soy yo el que mantengo mi desnudez y ella la que parece querer responderme. No sé si nos retrata su mirada desde el otro lado del marco o es el reflejo imaginativo de mis deseos. Se han dibujado posturas y perspectivas, jadeos y silencios. Pero no me ha respondido. No hasta este momento. Su piel desnuda vuelve a dibujar un interrogante en curvas que se agachan sobre sí. Se ajusta los zapatos de tacón que en ningún momento se había quitado. Lo demás, evangelio de la pasión, vendrá por añadidura. En el aire ha dibujado la más clara de las respuestas: las mujeres se visten por los pies…

viernes, 30 de enero de 2015

GRACIAS



- ¿A qué no habéis entrado en la página de ArtPorn?

La pregunta de Gracita cogió desprevenida a las tontorronas de sus amigas en una tarde sin gracia de un sábado sin gracia…

- Desgraciadas… No sabéis lo que os perdéis. Un sitio donde se demuestra que se puede hacer Arte con mayúsculas, congraciarse con agraciados cuerpos que copulan de forma artística delante de la cámara. Algo artístico. Arte por el Arte.

-         Un Arte sublime sin interrupción…

-         Ya lo creo, perfección de cuerpos frente a frente…

-         A un lado y otro de la cámara…

-         O del lienzo…

-         Arte vivo y carnal…

-         ¿Estamos pensando en lo mismo?

-         Nada de cámaras ni de postureo de red social…

-         Ni ordinarieces…

-         Cuerpos frente a frente…

-         Algo artístico…

-         Prohibidos los cuartos de baño…

-         Y los espejitos…

-         Y las poses…

-         En un sitio elegante…

-         Con Arte…

Cuatro de la tarde. Sala IV de un desértico Museo de Bellas Artes. Sestean cuadros y vigilantes. Tres Gracias desnudas en un lienzo desde hace siglos. Artes bellas. Cuatro desgraciadas frente a ellas. Sonríen nerviosas. Se hacen gracia. Caen al suelo blusas, pantalones, faldas, medias, sujetadores, braguitas y hasta un mínimo tanguita. Al frío suelo. Frente al lienzo, cuatro cuerpos desnudos se sienten una obra de Arte: pechos al óleo, caderas sobre lienzo, posturas en un marco y sexos ardientes en la frialdad académica que las contempla. No lo habían pensado, pero entre sonrisas nerviosas han comenzado acariciarse. Pelos, hombros, pechos, pezones, caderas, nalgas y hasta algún coño que no superaría las estrictas mediciones de humedad que se realizan en la sala. Un motivo para que salten las alarmas. Una gracia.  Arte por el Arte. Pobres desgraciadas. Las cámaras del museo acababan de estrenar su programa de difusión continua: “Arte para todos y al alcance de todos”. El patrocinador nunca imaginó el masivo seguimiento que tendría su proyecto.

viernes, 23 de enero de 2015

El Río de la Plata por Humberto G





Supongo que la idea me había rondado desde hacía tiempo pero sólo se me hizo patente en ese instante: si mi motivación sexual consiste en mirarla a ella, dado que ella cierra los ojos, ¿en qué piensa en ese período atemporal? ¿Dónde encuentra su motivación si no es en lo que puede ver?
-¿En qué piensas mientras follamos?
Había estado ensimismada mirándose las uñas y a los transeúntes. Levantó la cabeza y me miró espantada, pero de forma teatral.
-En qué voy a pensar. En lo que hacemos.
-Entonces, ¿por qué cierras los ojos?
Se me ocurrió que me había precipitado. No sabía si quería indagar más.  Ella clavó los ojos en mí y supe que por su cabeza pasaban ideas que no estaba segura de querer compartir conmigo. Tuve que poner la misma cara de no saber si hablar o no, porque sonrió.
-¿En qué piensas tú? –me dijo, seguro que para ganar tiempo.
-Me gusta ver la cara que pones. De cualquier manera, la visión del desnudo femenino me basta. Desde siempre. ¿Y tú?
-Yo pienso en vos.
-Entonces por qué cierras los ojos. Si me puedes mirar en carne y hueso, por qué imaginarme…
-Mira, es verdad, no siempre pienso en vos. Es absurdo jugar a este juego. No es nada malo. No creo serte infiel por pensar en cositas. Algunas veces tengo fantasías digamos… fantasías externas a nuestro propio acto… ¿Entendés?
-Ya veo. Y, dime, ¿qué clase de fantasías?
-Ay, pues no sé chico en muchas cosas… seguro que vos también tenés… quitad esa cara que no conseguirés que me sienta mal.
-Quito la cara si me cuentas una de esas fantasías.
-Nunca.
-Si me cuentas una de esas fantasías, prometo olvidar toda la conversación y no hacer nunca jamás alusión a ella ni directa ni indirectamente.
Se quedó pensando. Le brillaban los ojos.
-Bueno. ¿Sabés una situación que nunca falla, una que me hace sentir entre mis piernas el Río de la Plata?
-Cuéntamelo.
-Pues que estoy en un parque y un tipo viejo, feo y gordo me empieza a meter mano. Y yo me dejo… me mete la mano por debajo de la pollera ansioso… y por la blusa y me magrea toda… yo no hago nada, él lo hace todo con esas manazas enormes… eso me pone a cien.

Me lo contó y jamás fui el mismo. Me lo contó y no cumplí mi promesa. Me lo contó y no puedo dejar de pensar en ello.

miércoles, 7 de enero de 2015

EL UMBRAL DE LA SOMBRA por Lourdes N.J.



Ven a mi pequeño mundo
que llevo sobre mi cuerpo
mi blusa, mi falda, mis medias
y mis zapatos charol de tacones
esperándote como aquella
noche en el umbral
   para que lo atravieses,
me desnudes y pueda
sobre mi silueta entrar
tu cuerpo hacia mi sombra.

domingo, 4 de enero de 2015

MARICRUZ



Cuando la conocí tuve mis dudas sobre si era mocita, si venía del famoso barrio y hasta sobre su rubia melena, aunque hubo lenguas, malintencionadas, que me advirtieron de un cuerpo hechicero que hacía a los hombres pecar. No hice caso alguno. Todo sonaba a palabrería de copla que se lleva el viento.
- Mira que tras esa apariencia angelical y ese casto nombre se esconde todo un demonio…
Qué sabría nadie… Aunque pronto abandoné la línea del desconocimiento para situarme en el lado oscuro de su cuerpo. Y de su alma. Me explico. Como toda mujer que se precie, Maricruz tenía una especial fantasía que la excitaba. Suena feo, pero me contaron que se llamaba coprolalia: excitación con las palabras. En los pacientes comunes, con palabras malsonantes. Ella nunca fue común y el suyo debía ser un caso raro, pues el morbo de las palabras se reducía exclusivamente a cuatro letras, las cuatro últimas letras de su casto nombre. Si escuchaba esa dichosa palabra, las consecuencias eran absolutamente imprevisibles…
La primera misa a la que asistimos me dio la clave. “Por la señal de la Santa Cruz…”
Resorte activado. Fuera de sí. No tuvo reparos en que sus manos bucearan entre su escote, acariciaran la turgencia de sus pezones y acabaran buscando el calor insaciable de su entrepierna. Allí mismo. Uno, dos y hasta tres dedos. Antes de la homilía podía haber alcanzado dos o tres veces las eternidades prometidas, y cuando el celebrante dio la bendición final, pudimos marchar en paz, ella más que nadie, dándome la impresión de que daba las gracias por no humedecer más el ya no tan frío banco del templo.
Allí comenzó mi calvario… o mi Edén.
Desde entonces no hemos faltado a celebración dominical alguna, a funciones, a cruces de mayo o hasta a rosarios vespertinos donde se repitiera la austera y excitante letanía.  Rincones, estancias y hasta calles y plazas donde se repetía un éxtasis que casi nos hizo pensar en la creación de una hermandad cuya advocación no me atrevo a nombrar…
- Un demonio, un demonio…
Hoy más que nunca he recordado aquella palabras de advertencia. Pidió en la carta a los Reyes Magos una sesión fotográfica especializada. Sus majestades cumplieron y aquí nos encontramos, en un coqueto estudio, entre focos, decorados efímeros y blancas pantallas. El fotógrafo ha pedido que sea natural, que se deje llevar y que disfrute de la sesión. Cuando le ha propuesto acompañar la pose con música ha cometido el mayor de los errores posibles. A pesar de su apariencia de moderno, ha optado por acompañar el posado con una vieja melodía que hablaba de quereres y de amores a cuestas, con un estribillo insistente y definitivo:
- Eres mi cruz, eres mi cruz, eres mi cruz…
La reacción no se ha hecho esperar. El resorte se ha activado con más fuerza que nunca. El fotógrafo suda como en una selva. Yo he elegido la sintonía del resto de mi vida…