lunes, 13 de junio de 2011

VENENO por Teresa Puig

Hotel Burnham. Chicago. 16.30 horas.

De aquella tarde recuerdo el calor denso y húmedo. Recuerdo el rumor leve del ventilador agónico a lo lejos, el murmullo sordo retumbando en mi vientre y los lamentos cuando son placer y mueren contenidos y secos antes de salir de la garganta. Recuerdo, también, haber pensado que los hombres, desnudos, sois débiles, inocentes, desvalidos, y que cualquier cosa puede mataros cuando la cuestión es dar la talla. Reconozco, sin embargo, que aquella tarde plena de almíbar colmaste el vacío entre mis piernas. Adherido a mis caderas me susurrabas y, al fin, llena de ti, mujer saciada, pensé que el deseo y la pulsión humana son más abrasivos que el amor. Casi veneno.

No me resultó difícil coger el arma del segundo cajón de la mesilla. Conmigo aún encima estabas extenuado, consumido, confiado, y ya no importaban el método, el sentido o la vergüenza. Las reacciones desmedidas, ahora lo sabes, son mi plato favorito, y puedo actuar con mucha rapidez cuando me lo propongo, qué te voy a contar. Por eso el padrino decidió bautizarme como Crótalo del desierto. Ya casi no recuerdo mi verdadero nombre.

Con el arma en la mano, la inmundicia fruto del vicio, el crimen y el sexo deshonesto se mezcló con la densidad del calor aquella tarde. En el ambiente flotaban la procacidad, el cinismo y la indecencia. Recuerdo que me miraste las tetas por última vez. Yo pensé que eras un cerdo mientras te apuntaba directamente al pecho. Estabas tan asombrado que ni siquiera abriste la boca, así que decidí hacerlo yo.

-Dime quién te envía.

-¿Co... Cómo?

-¿Ahora eres sordo? Dime quién te envía.

-Yo... No...

Quité el seguro del arma. Me encanta ese click.

-Morelli... Mikael... Mikael Morelli.- Pensé que, definitivamente, eras imbécil.

Apreté el gatillo y el silenciador hizo del disparo un susurro. Un rastro de sangre oscura empapó las sábanas en la cama de aquellos que se amaron. La sensación que queda, en mi caso y para ser más exactos, es como de cierta ingravidez.

5 comentarios:

http://drmandingo.tumblr.com/http://drmandingo.tumblr.com/ dijo...

PUM.

Brutal...

Es brutalmente bueno, aunque no me gusta el diálogo, es bastante pobre y superficial también en la parte del "nudo".

Pero es un gran texto en principio y final... tardes en almíbar, disparos en salmuera.

Javier Rubio dijo...

El diálogo desmerece mucho del resto del relato. Yo lo suprimiría sin más y le daría otra vueltecita a la atmósfera densa y eléctrica que propone.
Es lo más opuesto a un gatillazo que conozco.

Rascaviejas dijo...

Venga, señor Rubio, anímese usted con un relato...

palabras y silencios dijo...

pues a mí me gusta... enhorabuena.

Anónimo dijo...

A mí también, conste en acta.