- - Señorita: soy mago, le echo un polvo y desaparezco…
Con tan manida frase pretendí conquistarla y pareció que lo conseguí. Sobre todo cuando desnudó su cuerpo y se cubrió con aquella capa de raso proponiéndome jugar. Sus formas esculturales despertaron todos mis deseos de juego. La curva plena de sus pechos, la rotundidad de sus caderas, la profundidad de su sexo… algo debió nublar mi razón cuando me tendió en aquella mesa revestida con telas de estrellas. El cajón y la sierra tampoco me parecieron una señal de alarma… Mientras me desnudaba y me tendía en aquel solemne escenario sólo atendía a la dureza de mi entrepierna… Debí sospechar algo cuando sacó la varita mágica…
En el cuarto oscuro en el que me encuentro parece reinar la soledad. Ilusionismo, que lo llaman. Me parece estar rodeado de pañuelos de seda, cartas marcadas, confetis de colores, figuritas de papel y hasta por algún cuerpo aserrado en dos mitades… Creo que la maga era ella.
5 comentarios:
Jaja Manuel, me ha encantado el desenlace. Muy bueno, si señor.
Besicos muchos.
Cuando se consigue la magia de la sorpresa, de lo sugerente, del doble o triple sentido...cuando se consigue eso, uno se pone a leer y luego a aplaudir.
Un fuerte abrazo.
¿cuarto oscuro?...
y esa señorita...
¿no tenía las piernas muy juntas?...
¡¡¡contra la pared, profesor!!!...
¡¡¡es el truco del almendruco!!!...
Besos, Maria Pan y anímese de nuevo...
Espero la magia de sus textos don Juan Manuel...
ersmicruz, más que almendruco sería trabuco pero mire bien a la muchacha, que me parece a mí que no esconde truco... Como diría cierto político: "¿o sí?"
pues nada...
¡que viva la diva!...
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