Está lloviendo. Es lunes. Pero da gusto ver salir su pelo del zaguán —color
rojo Ferrari—, y sus durísimas piernas o anacondas que no fingen ni disimulan
que son dos obras de arte —como los obeliscos egipcios— de una pieza, de recias
redes negras, igual que dos infiernos. Pero qué gusto da verla arreglarse la
falda contra el mundo, o el hueco de su escote, ese regalo humilde, abandonado,
que pintó entre sus tetas Gustav Klimt, y la debilidad de sus pestañas en un
retrovisor: por un momento, parece que me mira… Está lloviendo. Es lunes. Pero
da gusto ver cómo se aleja esa imagen borrosa de mujer bajo el agua, una mujer
que, como Ulises, quiero llamarla Nadie.
1 comentario:
Dos relatos muy buenos, me gustaron mucho.
Saludos
Publicar un comentario