La frialdad de un cristal contrasta con unos ojos ardientes y perturbados, que
se clavan en mi cuerpo, su aire caliente empaña mi cuello, quiero resistirme a
mirarlo, sus manos recorren mi piel buscando el encanto escondido, le siento detrás
y me van acariciando de arriba hacia abajo- mírate, eres el pecado- ¿yo?
Pecado, debe ser llegar a la mortalidad y revivir en el goce más
dominante del deseo reflejado que tengo ante mis ojos.
1 comentario:
Quisiera para mi, esa muerte todos los dias
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