Quiero que no lo olvides: éste ha sido el año de tu vida. Sí, ya sé que vendrán otras, y que llegarán nuevas temporadas y que, quizás, hasta vengan otros títulos, nunca se sabe... pero ten siempre presente que no hubo otra como yo. Desde el primer momento supe que estábamos hechos el uno para el otro. Y eso que al guardarme en tu cartera pensaste que yo estaba en un calendario de fútbol más: un error. Cuando en la intimidad de tu habitación te interesaste por la primera jornada supiste que el fútbol se podía convertir en algo secundario. Sí, secundario para ti, quién lo diría... Rápidamente pasaron a una división inferior los cruces, el horario, los emparejamientos y hasta la quiniela de la jornada. Tu mirada ni se percató del balón... Sé que te puse la mejor de mis sonrisas pero tú solo tenías ojos para mis pechos. Comprensible: naturales, bien puestos, torneados, exuberantes pero respingones y hasta con ese morbillo añadido de su leve blancura. Ya sé que eso os pone a cien, algo así como si te dijera: mira guapetón, me acabo de quitar la parte de arriba del bikini sólo para ti. Y esta dureza que apuntan mis pezones es una realidad siempre al alcance de tu mano... Sí o sí. Precisamente cuando aquel día vi dirigir tus manos hacia otra dureza supe que lo nuestro sería una temporada triunfal. De pasiones y éxitos. Al principio sólo era en las cercanía de la jornada, tocabas el interior de la cartera y allá iban tus ojos a mis pechos, a mi bikini rojiblanco (se qué te ponía más que un gol en el descuento), y no digamos a mis medias... Sabría leer tus pensamientos e imaginar que hacías conmigo el amor dejándome sólo las medias rojas de tus ilusiones, que el balón ya no estaba en juego y ya te habías fijado que las botas también las colgué... Fueron pasando jornadas victoriosas y sé que me convertí en algo indispensable para ti. Comprendiste que las ilusiones se cumplen. No hacía falta que fuera jornada de fútbol. Me sacabas de la cartera, me tocabas, me besabas, me deseabas... Y allí estaba yo, sonriéndote, en una larga temporada de triunfos que, ocasionalmente, llegaban a salpicarme. Fui incluso consuelo de encuentros poco satisfactorios o de tardes aburridas: allí estaba mi sonrisa picarona, mi cuidada melena rubia y el poderío de mis balones... Un año para enmarcar...
Pero todo tiene su fin. Una jornada de despedida. Ha llegado el último partido de una temporada llena de éxitos. Adiós en el calendario... Pero tú no me olvidarás en el fondo de la cartera, ¿verdad vida mía? Mira que no habrá otra como yo, te lo aseguro... Que el mundo está llenos de niñatas recauchutadas, y de pómulos operados, y hasta de guarras que te enseñan todo a la primera de cambio...No te fíes de ninguna cariño, que no habrá encuentros como los nuestros, ni temporada como la pasada, que lo mejor, por mucho que te lo digan, no siempre está por llegar...
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