martes, 7 de diciembre de 2010

La gata con botas

Lo confieso: al principio no la soportaba. Ni sus fantasías, ni su presunta simplicidad, ni sus aparentes formas infantiles. Pero, si había algo que me hacía perder los estribos era su maldito empleo del lenguaje: perífrasis anacrónicas, verbos en tiempos arcaicos y tratamientos de cortesía propios del Medievo.

- Te crees que vives en un cuento, le lancé una vez a la cara cuando omitió mi nombre para llamarme con no sé qué título nobiliario, no recuerdo si era príncipe, o conde, o marquesito de no sé cuál Carabás…

Carababa, querría decir, que fue la que se me quedó aquella noche…

Me había citado por escrito, en carta de papel verjurado con elegantes trazos escritos con pluma. Otra fantasía más, pensé, especialmente cuando leí su petición. Debía esperarla desnudo y atender a sus tres deseos. Accedí. Vestido de impaciencia y expectación (¡ay, que se me contagia su lenguaje!), accedí a sus deseos. Su aparición me hizo reconsiderar el infantilismo en el que la había encasillado. Un cuerpo desnudo de toda una mujer que calzaba unas sugerentes botas. Creo que, en aquel momento, me habría corrido siete mil leguas. Me recordó el primer deseo:

- Serás un león, mi león…

Y no me quedó más remedio que rugir como un poseso mientras cabalgaba sobre mi cuerpo y tiraba de mi cabellera. Sus largas uñas se clavaban en mi espalda hasta consumir la última de mis vidas. Creía haber llegado al más alto de los pedestales cuando me sugirió la segunda petición:

- Perro, quiero que ahora sea perro. Y por una sola vez yo seré tu perra…

Esta vez fui yo el que la penetró a cuatro patas sobre el lecho, con una postura y unos ladridos que me hicieron olvidar la pureza primitiva de su lenguaje y de sus modales. De las cortes medievales a los suburbios contemporáneos. En ese contexto me sorprendió su última petición:

- Ratón, ahora serás un ratón…

No la comprendí. Como casi siempre. Como casi nunca. Me dijo que me hiciera pequeño para empezar a comerme, todo, todito todo, como en los cuentos, como en los sueños, que toda la vida ya sé que es sueño, un cuento, una ficción…

…Me niego a que llegue el colorín colorado.

4 comentarios:

mariapán dijo...

pues claro que te niegas a que llegue el colorín colorado...no queda otra...;-)

Anónimo dijo...

Caperucita, gato con botas...¿el próximo Blancanieves o los enanitos?

Rascaviejas dijo...

Tomamos nota, quizás Cenicienta y Blancanieves con un príncipe en un trío... Se admiten sugerencias

Anónimo dijo...

¿Por que siempre la mujer como objeto sexual?