jueves, 21 de octubre de 2010

De profundis

La maestra de novicias me enseñó que hay misterios dolorosos, gloriosos y gozosos. La primera visita nocturna de aquel ser alado fue, sobre todo, un misterio. Nuestra común unión pasó por un rosario de sensaciones: del dolor al gozo y del gozo a la gloria. Cada atardecer mis expectantes vísperas del gozo terminaban en la gloriosa plenitud de completas. Pero hoy no ha habido contemplación. Con gesto de enfado madre abadesa me ha enviado a mi celda tras el rezo. Maternalmente ha señalado misteriosos restos de humedades en mis hábitos. No recuerdo que hoy trajera alas el ángel...

1 comentario:

LA CASA ENCENDIDA dijo...

Claro, si hubiera sido un ángel no tendría sexo definido y hubiera llevado alas, pero no lo que le dejó.

Saludos