jueves, 25 de diciembre de 2014

ME DA IGUAL por Humberto G.



Todo era me da igual y eso le hacía siempre dudar. Y es que recordó el día que le dijo que bueno, que ella se dejaría hacer pero que ella no le haría nada. Fue después de preguntarle, con dos copas, como de broma pero morbosamente, si ella estaría dispuesta a tener relaciones con otra mujer.
Aquel me da igual por todo y amoldarse a cualquier plan que él le propusiera le daba esperanzas de que fuera una mujer abierta a todo.
Fue entre aquella duda suya y una cosa que ella le contó que la cuestión quedó resuelta. Lo que le contó un día cenando fue que una pareja amiga suya, de la que le había hablado en alguna ocasión anterior, se decidió a contratar por teléfono a una prostituta para hacer tríos, bueno no dijo prostituta, “una chica” para hacer tríos. Según le contaron, tanto se habían habituado a hacerlo los tres que ella ya no cobraba sino el gasto que hiciera en la casa, y ellos ya no podían tener relaciones los dos solos. Las relaciones entre aquellos  dos (que ya parecían pocos) amigos se volvieron tristes, vacías, incompletas.
Fue contarle aquello y que uniendo el relato a su quemazón tuviera arrestos para proponérselo:
-Conozco una chica que se vendría con los dos a la cama.
Ella se quedó en silencio mirando distraída a un lado, se le notaba el latido de toda ella lo que era prueba inequívoca de que estaba excitada.
-Entonces qué, ¿Quieres que llame a la chica esta noche?
Su tardanza en responder, su cara seria, sembró la duda. Creyó haber metido la pata y estar a las puertas de un no sé qué terrible. Le dio tiempo a pensar que diría aquello de “me da igual”. Un momento más y aquella mujer hermosa y entregada dejó salir unas palabras de sus labios: “Si quieres darme el número la llamo yo”.

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