viernes, 7 de noviembre de 2014

MAYÚSCULAS



Me acerqué con cautela a la ventana. Al fondo se divisaba un enorme jardín. Ella, como en la vieja canción de rock, saltó por la ventana sin que yo pudiera evitarlo. Libre de lazos y mordazas quiso reconocer el nuevo escenario. Vio, olfateó, tanteó, sopesó y eligió. Marcado el lugar propicio y favorable, dio rienda suelta a sus deseos: miró alrededor, se sintió libre y dio por buena la elección. Sabía que yo la miraba y se disponía a transformar el paisaje en un auténtico jardín de las delicias. Separando suavemente sus patas volcó en el lugar elegido el flujo contenido durante tanto tiempo: lluvia dorada en los dorados campos. Caía la tarde y se elevaban las satisfacciones, las confesables y las inconfesables. Cuando la llamé por su nombre pude intuir en su rostro una mirada cómplice, una plenitud de deseos consumados. Volvió, siempre lo hacía, corriendo hacia mí. Buscó, siempre lo hacía, su roce con mi piel. Regresó, siempre lo hacía, con la dueña de su destino. Meneó, siempre lo hacía, el rabo con alegría. Mi perra Cautela es así. Su dueña siempre cometerá faltas de ortografía…

1 comentario:

eres_mi_cruz dijo...

qué bonita la luna de Cuenca...
una distracción la tiene cualquiera...