Entro en mi cama, él me persigue y casi siempre me acompaña, ese pervertido
deseo del que me quiero guarecer pero no puedo esconderme, viene
acompañado de quien le puede dar vida, los pensamientos sentidos y existentes
en un pasado. Ese deseo entra a veces con una fuerza descomunal pero mi
soberbia consigue apartarlo, lo siento, pero no es tu cama. Pero en otras
ocasiones caigo rendida, no quiero negarle lo que me ofrece.
Mis manos, acompañadas de todos esos pensamientos, le dan la vida que necesita, la vida que un día recorrió mi piel. Por ello apareces frente a mí, con una mirada que me da punzadas de indulgencia divertida fija con la mía, ardo… Coges mis muslos y, abriendo mis piernas, empiezas a besarme como si jamás me hubieras tenido entre tus brazos. Logro incorporarme para introducirte mi lengua en lo más hondo de tu boca. Las dos se buscan y se entienden, estando al tanto de lo que despertarán en tan sólo unos instantes.
Dulzura la de ese caballero, besas cada uno de mis pechos, baja una de tus manos e introduces tus dedos en mí, comprobando mi fiebre por ti. Empiezas haciendo formas amoldadas con los mismos, y eso me lleva a un éxtasis pleno, no puedo parar de gemir. Siento tu erección en mi vientre, llega mi momento preferido, ése en el que te encuentras hundido en mi cuerpo. Empiezas a darme azotes cada vez más fuertes, acompasados con movimientos suaves de cadera, mis jadeos se acompañan con los tuyos, quiero cada vez más y que no te detengas, mi boca es la que me delata, por primera vez en mi vida esa oscura línea de dolor y placer me embriaga por completo.
Mis manos, acompañadas de todos esos pensamientos, le dan la vida que necesita, la vida que un día recorrió mi piel. Por ello apareces frente a mí, con una mirada que me da punzadas de indulgencia divertida fija con la mía, ardo… Coges mis muslos y, abriendo mis piernas, empiezas a besarme como si jamás me hubieras tenido entre tus brazos. Logro incorporarme para introducirte mi lengua en lo más hondo de tu boca. Las dos se buscan y se entienden, estando al tanto de lo que despertarán en tan sólo unos instantes.
Dulzura la de ese caballero, besas cada uno de mis pechos, baja una de tus manos e introduces tus dedos en mí, comprobando mi fiebre por ti. Empiezas haciendo formas amoldadas con los mismos, y eso me lleva a un éxtasis pleno, no puedo parar de gemir. Siento tu erección en mi vientre, llega mi momento preferido, ése en el que te encuentras hundido en mi cuerpo. Empiezas a darme azotes cada vez más fuertes, acompasados con movimientos suaves de cadera, mis jadeos se acompañan con los tuyos, quiero cada vez más y que no te detengas, mi boca es la que me delata, por primera vez en mi vida esa oscura línea de dolor y placer me embriaga por completo.
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