De Claudia apenas sé que su coño se abría contra
las ordenanzas municipales, con la dosis necesaria de veneno; como el botín del
mundo en las peores manos; como la realidad en cualquier callejón, más allá de
las luces apagadas del coche, los cristales lluviosos…
De Claudia apenas sé que tiene nombre de un
asteroide rojo o de un cráter de Venus (como si en ese nombre se mordiesen las
letras unas a otras para darme el significado del deseo); que las grandes
palabras ya solo pueden ser las palabras bien dichas: "saqueo",
"muslo", "intersección"; depredadores dedos (¿en busca de
un poema?), minúscula, anecdótica vagina en donde cabe todo un diccionario...
Con paso firme pisa el peligro que corro por
dejar de ser yo para poder ser ella en toda la extensión de su desnudo…
Y en el preciso instante, yo soy todo lo bueno y
malo que hay en todo. Y no me quiere menos de lo que llegaría a odiarme si me
largo.