viernes, 30 de diciembre de 2011

NOCHE VIEJA 2011 por Lourdes N.J.


Este año, mi cuerpo no lucirá ropa interior de color rojo, me cansé de aquellas supersticiones de que la suerte podría no llegar con tales memeces y he decidido no llevar nada, como siempre amor: casi nada. Pero si es de tu agrado que quieras desnudar mi interior con esas manos que me tuvieron loquita loca, haría por ti lo que me pidieras con tal de que quedaras esta noche vieja conmigo y así no echarte tanto de menos; porque pasan los días y para mí, sin verte, éstos se convierten en años.

PD: Te echo de menos y creo que no lo sabes, espero haber provocado en ti la tentación de saberme entre tus labios y para ello, cualquier noche, vale.


Feliz año nuevo para todos los miembros de "Palabras como labios"

miércoles, 28 de diciembre de 2011

CONTIGO TENGO UN CONFLICTO ERÓTICO por Elmastontotehaceunblog

Niña... contigo tengo un erótico conflicto desde hace años:

- A ti te hacía yo la Guerra de los seis días pero en media hora, morenaza.

- Enséñame ya tus altos del Golán... o te meto mano directamente en la franja de Gaza.

- No me enseñes la franja de Cisjordania que me conozco y me pongo malo.

- Te voy a comer el valle de Hebrón vivo.

- Creo que te cabe el sur del Líbano doblao.

- No me comas aún los altos del Golán... antes cómeme mejor los bajos del Golán.

- Me bajó la cremallera mientras me susurraba al oído: "Tel Aviv y te la cogív".

- Intifada la que te hacía yo a bocaitos.

- Me la pones tan dura como un cohete Qassam a punto de reventar.

- Te cabe el Mosab, miarma.

- No te como la franja de Cisjordania porque no te dejas, que si no...

- Te vas a librar porque estás en Yom Kipur... que si no te daba más caña que al sur del Líbano en el 78.

- Ven aquí guapa que te voy a aplicar el plan Béiker de una vez por todas.

- No sé para cual de las dos irme, si para tu prima Sabra o para tu prima Chatila, porque la verdad es que las dos están de escándalo.

- Te voy a hacé una hoja de ruta en la cama... y tendrás que aceptar todas mis resoluciones una a una.

- En algún pajar de las granjas de Shebaa te pondré, al fin, a cuatro patas.

Porque es que contigo tengo un erótico conflicto que no quiero que Hamás termine

martes, 20 de diciembre de 2011

UN GOCE DESCONOCIDO por José Perona

No era la primera vez que lo veía, coincidíamos tres días en semana en la playa cuando él salía a correr y yo a pasear. Era un joven muy atractivo, más que guapo, algo desaliñado en su aspecto y con unos ojos azules como un cielo de abril. Fueron muchos los días en el mismo lugar, muchas miradas furtivas y muchas medias sonrisas. Pero aquella noche, fue distinta a todas cuando lo vi llorar y desolado sobre la arena. Tenía miedo de acercarme a él porque no sabía cómo iba a reaccionar. Pero mi deseo de tocarlo para saber que era real, era más fuerte que mi incertidumbre, así que sin pensarlo, me desplacé hasta donde se encontraba. Le eché mis brazos por su espalda arropándolo por el cuello y lo acuné entre mis pechos. Durante unos minutos nos mantuvimos quietos y en silencio. Mis lágrimas comenzaban a brotar también en mis ojos y corrían ya por mi cara. Él, se aferraba a mis manos con firmeza, como si estuviera a punto de caer por un precipicio. Pasados unos minutos, comenzó a darse la vuelta y quedo de rodillas ante mí. Con sus dedos pulgares, empezó a retirar de mi cara las lágrimas que aún seguían cayendo. Levantó un poco mi cabeza y besó mis labios. No reaccioné, me sentí frágil, confundida y casi entregada. Volvió a besarme, pero esta vez no se retiró, esperó una reacción mía, quizás algún tipo de rechazo o incluso una bofetada. No fue así, me entregué en cuerpo y alma. Respondí a sus besos con una fogosidad y una lujuria excepcional, hasta llegar a la infamia del goce.

Caímos al suelo abrazados con las bocas unidas con una locura puesta, que jamás antes había experimentado.
Empezó a tocarme los muslos para seguir subiendo por las caderas hasta llegar a los pechos. Siguió acariciándome los pechos con nerviosismo y firmeza durante un rato.
Le quité la camisa de un tirón, no tenía tiempo ni ganas de pararme en detalles. Manoseaba toda su espalda, sus brazos y sus glúteos por encima de sus ropas.

Metió sus manos por debajo de mis ropas. No acostumbraba a llevar sujetador, así que se encontró con mis senos de golpe. Me levantó la camiseta y mis pechos quedaron al aire y comenzó a besarlos, a lamerlos y a mordisquearlos. Yo no atinaba a desabrocharle el pantalón. Retiró mis manos y terminó por hacerlo él. Se levantó un poco para bajarme a mí, los pantalones. Quedamos los dos semidesnudos tendidos sobre la arena chocolate como mis pezones. Le fui bajando la ropa hasta dejar al descubierto su culo, que lo tenía duro como una mesa de mármol. A continuación, él metió su mano en mis genitales totalmente depilados. Terminé de bajarles los calzones y dejó al descubierto su miembro. Hicimos el amor con viveza, tanto, que lo tuve que apaciguar un poco. El seguía encima de mí, con un ritmo frenético e incansable. Tomé la iniciativa del juego dejándome llevar por una mezcla de deseo y de sentimientos que hasta ese momento desconocía. Su sabor, su lengua, su tacto con mi piel resultaba fuertemente provocador. Su boca buscaba la mía sin darme tregua, la mordía una y otra vez como un indigente hambriento. Sus manos no se apartaban de mis glúteos mientras me hacía el amor, hasta llegar al clímax. Así fue como acabamos este ardiente encuentro hacia un goce desconocido. Fugaz, pero intenso como nunca antes lo habíamos vivido. Terminamos extenuados y tendidos sobre la arena mirando al cielo, con la respiración aún agitada por la media hora frenética de sexo. No hubo preguntas sobre sus lágrimas ni sobre su desolación.

martes, 13 de diciembre de 2011

GORDA

Ahora me toca encima. No soportaba oír la maldita frase. Aunque transigía. Kilos de caderas y de ritmo sobre la fragilidad de mi cuerpo. Arriba y abajo, tantálico suplicio. Tus tetazas me abofeteaban en el bamboleo y tu culo estrangulaba hasta la última aspiración de mi testiculina. Kilos y más kilos. Los que te sobraban delante del espejo, cuando te empeñabas en colocarte un minúsculo tanga, y, todavía peor, cuando te atrevías a quitártelo. Toma mi cuerpo, susurrabas en mi oído. Y me daba la sensación de tomar todo tu cuerpo, el de la vecina y el de toda tu familia. Por delante y por detrás. Otra imagen imborrable… Clávamela, me suplicaba gritando. Y yo me lanzaba con pasión a ese culo ofrecido, a esa inmensidad de carne omnipresente. David frente a Goliat. Un dardo lanzado a la inmensidad, el de un océano de kilos que gritaban su voracidad. Pero culminaba, vaya si culminaba, que las grandes carnes no son nada sin una buena salsa… Aunque pronto volvía a mis ideales. Cariño, te sobran kilos. Ni caso… Como en un casting porno, te desnudabas sin pudor y masajeabas hasta el último de tus pliegues, los superficiales y los profundos: siempre pensé que todos tus labios eran mayores… Y en un casting, encima, te llegó el triunfo. De grandes mujeres, decía el anuncio. Gustó tu talla 120 y la falta de complejos de un trasero que se presentaba a todo el mundo. Puedo imaginar la secuencia: tus kilos cabalgando sobre el entrevistador cual señora de antaño en el tiovivo. Arriba y abajo. Y de ahí al corto, del corto al largo, y del largo a la portada. Tras una, otra. Y otra. Tú siempre arriba, que abajo ya me quedaba yo… Hasta te pusiste de moda. Kilos y más kilos. En tu cuenta corriente. Tú arriba y yo abajo…

Siempre ocurrió, pero ahora es más verdad que nunca: me caes gorda.

viernes, 9 de diciembre de 2011

HOTEL DIURNO por Esteban Armas

Estos besos últimos

a semen, a sudor,

agotaron el tiempo alquilado

en esta fría habitación.

Cada uno por su lado

volvemos a la calle

llevándonos del otro,

caricias oscuras;

olores cambiados.

domingo, 4 de diciembre de 2011

SIETE COLCHONES

La soledad y la oscuridad de la noche no fueron obstáculo. Tampoco lo fue el hecho de sentirse observada, muy observada. A su piel desnuda no le importó. A sus hábiles dedos, mucho menos. Con delicadeza apartó cada límite superpuesto: nada amortiguaría su encuentro con el secreto oculto. Y la paciencia todo lo alcanza. Su desnudez y su secreto frente a frente. Dignidad y placer, tan real el uno como el otro. Dicen que un gemido rompió el silencio de la noche cuando rozó, definitivamente, el duro guisantito secretamente guardado…