“Piensa un deseo” me ha dicho la
nueva novia de papá mientras yo cierro los ojos y me dispongo a soplar las
velas de la tarta. Un instante en el que me imagino tocando esos círculos
perfectos, generosos como sus caderas, sonrosados como sus labios; palpando el
centro de esos dulces y bamboleantes manjares que rebosan por su escote,
lamiendo la blancura de su piel y paladeando y hasta mordisqueando ese rojizo y
placentero manjar, principio y fin de mis más profundos deseos…
Y ha sido ella, precisamente
ella, la que ha preguntado al repartir la tarta:
- ¿A quién le gusta la guinda en
la porción de tarta?
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