Brotas sobre mi
cuerpo como una enredadera
deslizándote entre
mis piernas, carne de tu carne
que huele a hierba
fresca donde vuelan las amapolas.
Suben por mis nalgas
tus manos,
las posas en mis
ingles hasta llevarlas a mis pechos
cuerpo con cuerpo has
desprendido tanta calor
que mis brazos te
abrazan para fundirnos en uno.
Siseo como una
serpiente buscando tu boca
para esculpir el
veneno en amor puro
donde la saliva ha
humedecido nuestros rostros
pausadamente.
Mira si te quiero tan
dentro de mí
en mi vida perdida y
alborotada
que te riego de amor
hasta lo más profundo de tu ser
hasta llegar a la
sangre de tus venas
suplicando que tu
corazón no pare de gemir con sus latidos
con tu cuerpo desnudo
ante la penumbra de nuestra intimidad,
en mi cuerpo sinuoso
temblando de placer.
Siempre te busco,
cita en tu mirada perdida, preciosísima,
bella como los
amaneceres de los huertos con sus frutos
donde nos comemos
hasta la libido que ha hecho
que tiemblen los
sueños que teníamos esculpidos.
Santos todos nuestros
pecados que no vinieron sino
a encontrar entre
unas sábanas blancas
lo que no hallaron en
esos pozos donde sus enredaderas
con otros cuerpos
desnudos, quedaron marchitas.