Lo sabe porque ella se lo ha dicho. Sabe que un brillo
especial toman sus ojos y una sonrisa pícara escapa entre sus labios. Disfruta
con lo que le dice y goza sintiéndose deseada. Con cada palabra suya paladea el
sabor de sus caricias, el aroma de sus besos, el olor inconfundible de su piel.
Y anhela perderse en la noche de sus ojos, y gozar de sus
labios.
Anhela que él lea todos los poemas escritos en su piel, y
desea que lo haga despacio con la punta de su lengua, que se pierda entre las
curvas almibaradas de su cuerpo.
Se siente mujer de canela y miel, y su piel se abrasa en
el fuego de sus versos y es, entonces, cuando desea, más que nada, que sus
dedos se deslicen por el jugo placentero de su sexo.
3 comentarios:
me ha gustado mucho!!!
Con un martini en las manos, todos es posible.
Salu2.
J.M, precisamente es una de las dulzuras que tienen estos momentos que cuentas, la complicidad.
Saludos.
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