Hacia ti llega mí lengua firme,
infinita, enérgica…
hacia la corriente de tú muralla, mi mundo,
sin término ni caudal.
Lucha serena y dócil
ante el juego de tus firmezas.
Extiendo mí varón generoso
hacia un deslizamiento agónico,
hacia lo prohibido y lo incierto,
hacia lo extenso y profundo
de una criatura expectante a lo desconocido.
Entre la cercanía de nuestros cuerpos,
voz y golpe, voz y golpe.
1 comentario:
El último verso, fuerte y desgarrador.
Saludos.
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