El artista, con el lápiz en la
mano derecha y el papel ingres apoyado en la rodilla izquierda se detuvo,
respiró hondo y suspiró. La modelo se dio cuenta de que allá, a su espalda,
algo no iba demasiado bien. Por eso se dio la vuelta con un gesto inseguro
mientras pensaba que a lo mejor no debía romper la pose.
- ¿Ocurre algo? ¿Estoy más gorda?
¿Es eso?
- No, qué va. Estás como siempre:
espléndida.
- ¿Entonces?
El artista se levantó para cruzar
con pasos decididos el espacio que había entre los dos. Ella, desnuda y con la
piel vibrando por la luz lateral que penetraba con suavidad de atardecer por la
ventana, posaba el culito sobre un diván cubierto con una tela de damasco
arrugada. “Las arrugas favorecen el juego de contraste con la piel tersa de
ella”, había decidido al fin el artista para preparar la escena.
- No me ocurre nada. Es sólo que
hoy no me sale nada bien –dijo mientras miraba fijamente los pezones oscuros de
la joven.
- Eso es porque comes mal. Estoy
segura de que hace mucho que no comes nada que te haga bien– y esbozó media
sonrisa sensual mientras miraba los rincones del estudio buscando algo que le
hiciera encontrar un tema de conversación, “porque me parece a mí que por hoy
se ha acabado la sesión”-. He visto los dibujos que hiciste ayer. ¿Sabes que mi
silueta, de espaldas, me recuerda un pimiento alargado?
El artista le dijo que sí, que ya
lo había pensado. Qué casualidad.
-Los pimientos –comenzó a relatar
con una coloratura de terciopelo en la voz- son alimentos ricos en sustancias antioxidantes.
- ¿Cómo cuáles?
-Los carotenos, como todo el
mundo sabe, una vez en el hígado, se convierten en vitamina A – y enumeró sin
falta cada una de las propiedades de las sustancias que califican al pimiento
como alimento de excelencia-. Comer pimientos es muy bueno para la próstata,
por ejemplo.
El artista se levantó azorado
para deambular sin rumbo fijo por el estudio, como quien balbucea con los pies.
Ella lo miró con ternura y en una sonrisa sesgada y tenaz, puso un susurro de
contenido insoslayable:
-¿Te gustaría comerme el pimiento?
-¿El pimiento? –dijo el artista
con gesto de rendición y alivio.
-Pues eso, eso mismo –sentenció
ella mientras se abría para dejar sitio al comensal.
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