viernes, 15 de junio de 2012

EL CAROTENO Y LA VITAMINA A por Marchatrás



El artista, con el lápiz en la mano derecha y el papel ingres apoyado en la rodilla izquierda se detuvo, respiró hondo y suspiró. La modelo se dio cuenta de que allá, a su espalda, algo no iba demasiado bien. Por eso se dio la vuelta con un gesto inseguro mientras pensaba que a lo mejor no debía romper la pose.

- ¿Ocurre algo? ¿Estoy más gorda? ¿Es eso?

- No, qué va. Estás como siempre: espléndida.

- ¿Entonces?

El artista se levantó para cruzar con pasos decididos el espacio que había entre los dos. Ella, desnuda y con la piel vibrando por la luz lateral que penetraba con suavidad de atardecer por la ventana, posaba el culito sobre un diván cubierto con una tela de damasco arrugada. “Las arrugas favorecen el juego de contraste con la piel tersa de ella”, había decidido al fin el artista para preparar la escena.

- No me ocurre nada. Es sólo que hoy no me sale nada bien –dijo mientras miraba fijamente los pezones oscuros de la joven.

- Eso es porque comes mal. Estoy segura de que hace mucho que no comes nada que te haga bien– y esbozó media sonrisa sensual mientras miraba los rincones del estudio buscando algo que le hiciera encontrar un tema de conversación, “porque me parece a mí que por hoy se ha acabado la sesión”-. He visto los dibujos que hiciste ayer. ¿Sabes que mi silueta, de espaldas, me recuerda un pimiento alargado?

El artista le dijo que sí, que ya lo había pensado. Qué casualidad.

-Los pimientos –comenzó a relatar con una coloratura de terciopelo en la voz- son alimentos ricos en sustancias antioxidantes.

- ¿Cómo cuáles?

-Los carotenos, como todo el mundo sabe, una vez en el hígado, se convierten en vitamina A – y enumeró sin falta cada una de las propiedades de las sustancias que califican al pimiento como alimento de excelencia-. Comer pimientos es muy bueno para la próstata, por ejemplo.

El artista se levantó azorado para deambular sin rumbo fijo por el estudio, como quien balbucea con los pies. Ella lo miró con ternura y en una sonrisa sesgada y tenaz, puso un susurro de contenido insoslayable:

-¿Te gustaría comerme el pimiento?

-¿El pimiento? –dijo el artista con gesto de rendición y alivio.

-Pues eso, eso mismo –sentenció ella mientras se abría para dejar sitio al comensal.

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