Tomando
estaba unos vinos con tres amigos en casa cuando de forma inesperada, surgió la
idea de hacer una cata un tanto peculiar. Con los ojos vendados sentí como la
oscuridad, el silencio y la expectación se iban adueñando de la sala. Comencé a
saborear con entusiasta esmero los manjares que, uno tras otro, iban llegando a
mis labios. Fue apasionante distinguir y apreciar las diversas texturas, aromas
y sabores que cada uno aportaba a tan deliciosa cata. Posteriormente, y de manera
conjunta, degustaron con avidez el vino rosado de la casa.
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