Va
encendiéndose mi querido febrero-febril, el mes que siempre llega
envuelto de una locura enfurecida, donde los placeres carnales se exaltan
entre sí y por eso del que todo se nos consiente, es cuando nos
deleitamos con nuestra presencia, suntuosa y prohibida.
Lencería
quizás altiva, fina y fiera, delicadeza y dulzura en burbujas que caen y
nos mojan; contigo siempre extrema en mis cuidados, alegría
de carnaval avariciosa en los deseos, enmascarada de lo que jamás
dejaría mostrar y que me sirve el resto de los días de recogimiento
eterno.
Ni
comparsas, cuartetos, coros o romanceros; preliminares
abandonados y disfrutados en enero, ahora sólo el caballero y una dama
disfrazada.
Empieza
nuestro carnaval cuando tus ojos me recorren, tu boca me suspira y
mi piel se delata, derritámonos, otra realidad ahora no existe.
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