Siete de la tarde, cielo rosado y paisaje francés sereno, me ofrece una copa de vino con cierto deseo, cree y piensa que hoy va a ser, que no me resistiré, después de mucho tiempo tengo al caballero frente a mí, mirándome con cierta lujuria, saboreando su copa con regusto, recreándose en mi cuerpo frágil, siento su poder en la mirada , me intimida e inquieta pero me gusta, me doy cuenta que no hay vuelta atrás, no sé cómo he llegado hasta aquí, mi camisa blanca está en el suelo, pienso por un instante si quiero evitar y dejar de lado ese deseo, demasiado tentador, cruce de miradas donde nos lo decimos todo.
Llegó para mí ese peligroso capricho, me levanto con la copa de vino en mi mano, desnuda y me siento sobre usted, miradas de miedo cambiadas, observo pérdida de poder absoluto, es consciente en ese momento que la niña puede volverlo loco de placer inocente y trabajado, comienzan suaves movimientos a horcajadas, se da cuenta que ganará ella porque hará lo que quiera, se rinde, esa mirada poderosa cae fulminada, se ve perdido. Los ojos de niña lo miran con ansiedad, esperando algo desconocido, marco el tiempo y me quita la copa de mi mano, llegan los ansiados besos, y se agolpan en mí todos los pensamientos y deseos prohibidos, pero los dejo de lado, hoy no me interesan, mi sexo se inunda y late dentro de mí, comenzando el recorrido por todos los recónditos rincones de mi cuerpo menudo. Todo se acopla, se terminó la agonía y el desconcierto, quedando en nosotros lo que queríamos, la locura y desenfreno.
Llegó para mí ese peligroso capricho, me levanto con la copa de vino en mi mano, desnuda y me siento sobre usted, miradas de miedo cambiadas, observo pérdida de poder absoluto, es consciente en ese momento que la niña puede volverlo loco de placer inocente y trabajado, comienzan suaves movimientos a horcajadas, se da cuenta que ganará ella porque hará lo que quiera, se rinde, esa mirada poderosa cae fulminada, se ve perdido. Los ojos de niña lo miran con ansiedad, esperando algo desconocido, marco el tiempo y me quita la copa de mi mano, llegan los ansiados besos, y se agolpan en mí todos los pensamientos y deseos prohibidos, pero los dejo de lado, hoy no me interesan, mi sexo se inunda y late dentro de mí, comenzando el recorrido por todos los recónditos rincones de mi cuerpo menudo. Todo se acopla, se terminó la agonía y el desconcierto, quedando en nosotros lo que queríamos, la locura y desenfreno.
1 comentario:
Sensualidad a granel, felicidades
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