jueves, 23 de septiembre de 2010

Fetichista

Les juro que no estoy loco. Los locos son ellos. Simplemente, me gusta coleccionar. Hay quien acumula sellos, estampas, medallas o soldaditos de plomo. Sobre gustos no hay nada escrito. Y yo colecciono ropa interior. Sólo la prenda inferior. Y sólo de las mujeres que conocí. Una colección que me llena de orgullo: es amplia, variada y está llena de recuerdos...

Creo tener ya todos lo tamaños: XL, grandes, medianas, livianas minúsculas y casi inexistentes. Variados son también los tejidos: tradicionales algodones, ajustadas lycras, sugerentes encajes y pasionales rasos. Quizás la variedad que más me guste sea la del color: en mi colección está el virginal blanco, el pasional rojo, el pícaro rosa, el sugerente verde, el discreto crema, el sensual negro y hasta el juvenil estampado. Las hay de CK y de diseño, del gran almacén y del viejo almacén, de tienda especializada y hasta alguna de chino de barrio. Máscaras que han protegido, enmascarado o sugerido una enorme variedad de rostros: pudorosos y lascivos, de perfección clásica y de abandono romántico; de montes poblados, recortados, depilados y hasta infantilmente rasurados; de labios cerrados, recatados, levemente mostrados y hasta abiertos en todo su esplendor. En mi alcoba se almacenan y hasta se agolpan con todos sus recuerdos formando una interminable letanía de nombres de mujer. Allí están calentones, decepciones, triunfos y fracasos. Todos junto en una colección única. De interioridades, de deseos, de orgasmos y de fingimientos... Algunos dicen que también de sonidos... Mis vecinos son los locos. Me denuncian por no poder dormir de noche. Una colección de jadeos se lo impide.

1 comentario:

Anónimo dijo...

lo que no entendi es si esas chavas te regalan sus prendas o se las pides o las compras

vaya dato mas curioso, no pense que aun ubiera gente que coleccionara ropa interior