Llegó
en vacaciones a la tierra del Sol y alguien la recibió con el viejo tópico:
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“Vienes de la Tierra del Sol naciente a la Tierra del Sol penitente”.
Algo comprendió de la compleja frase cuando,
en la vieja azotea, junto al patio de vecindad, decidió tomar aquel manjar de
dioses. Pasó del pantalón corto inicial a la camiseta de tirantas y de ésta, al
bañador largo, que se hizo corto en un posterior bikini; incompleto en una
posterior toma, e inexistente en el tercer día de exposición pública en el
viejo rincón encalado del viejo patio. Asahi, cara, pechos, caderas y sexo al
sol, pensaba que nadie la vería. La ventana indiscreta de su patio no pensó lo
mismo. Por eso, sus vecinos decidieron animar sus exposiciones en una mezcla de
melodías que parecía no entender…
Por
el viejo patio encalado se oyó al rayo de sol que me trajo su amor, al sol de
la de la mañana que al campo sale, al sol solito caliéntame un poquito, al sol
que rayaba, al cuando calienta el sol aquí en nosequé playa y hasta al cara al
sol con no se qué camisa nueva… Melodías incomprensibles para la mujer que vino
del sol naciente y que convirtieron al viejo patio en un recopilatorio de
músicas y de miradas que acompañaban cada ritual expositivo. Melodía que
acompañó a un cuerpo desnudo que pasó del blanco de oriente a la piel dorada y
hasta tostada del clima mediterráneo, entre surcos de sudor que juguetearon
durante dos largos meses por las curvas lascivas del cuerpo de aquella
misteriosa mujer que sólo cubría su pelo del sol. El resto de su piel y hasta
el interior de su lujuria, fue fecundado durante todo un verano por el más rey
de los astros…
Todo llega y todo pasa.
Ayer llegó la hora de su partida. Asuhi, el sol de la mañana en la lengua del
lejano oriente, volvió a su nacimiento. En la vieja azotea del viejo patio han
callado de tristezas las melodías de un largo y cálido verano. Silencio de
miradas y de corazones sin pulso. Son
demasiadas las púpilas huérfanas de deseo. El Sol se ha hecho penitente cuando
no ha encontrado las sensuales curvas que un día dieron sentido a su
existencia…