Entró sigilosamente en la alcoba, apenas había luz
y
la estancia destilaba un delicado aroma a flores.
Pensó que aún no había despertado.
Quiso convertirse en el guardián de sus
sueños,
y por un
momento se colocó ante su cuerpo que era un poema desnudo escrito,
placenteramente, entre las sábanas de seda.
No
quiso romper la magia y el encanto de aquel instante.
La
tentación de su piel de almendra era tan poderosa que se entregó
al
extasiante recorrido de sus manos
y a
la danza de su lengua mientras dibujaba trazos lujuriosos por todo su
cuerpo.
Ella humedeció sus labios y saboreó la pócima de sus
besos,
mirándole a los ojos leyó, en el brillo de sus pupilas,
sus pretensiones.
Y así, fascinada
por su olor y por sus caricias tan ardientes,
dejó la miel de su
boca sobre su piel, mientras sentía
enloquecer
cuando él alcanzaba el edén más exquisito, hasta hacer
que estallara
el
torrente de sus jugos más íntimos y secretos.
1 comentario:
sútil viaje de la acción a su pasión.un abrazo RASCAVIEJAS
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