El leve ruido de la lluvia de
aquella mañana de invierno le despertó.
Aún era temprano. Estaba sola
en casa.
Dejó que su cuerpo,
perezosamente, se deslizara entre las sábanas.
Se incorporó y se vio
reflejada en el espejo que tiene en su dormitorio.
Esbozó una sonrisa, picara y
alegre, cuando le recordó;
su primer pensamiento fue
para él.
Y allí, frente al espejo,
dejó rienda suelta a su imaginación.
Deslizó sus manos sobre sus
pechos y las fue bajando lentamente
hasta alcanzar su sexo.
Sintió que él la iba
desnudando, despacio, casi ceremoniosamente.
Sintió el calor de sus labios
recorrer con sus besos su piel deseosa.
Sintió que su cuerpo se
erizaba y se encendía como una hoguera.
Se abrazó a si misma,
imaginando que su amante le llevaba por los
caminos del placer, mientras
que su sexo, excitado, humedecía sus braguitas de encaje. Se sintió deseada, feliz, afortunada…. mientras
imaginaba la dulzura de su voz.
1 comentario:
A falta de compañía... buena es la imaginación...
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