Desde su más
tierna infancia habían cargado con la odiosa comparación evangélica. Marta y
María. Primas carnales. La hacendosa y la espiritual. La trabajadora y la que
dejaba trabajar…
En las
reuniones familiares siempre se alabó la ternura de sus gestos y la calidez de
su presencia, una inocente complicidad que, según todos y cada uno de sus
familiares, creaba el mejor calor de hogar en torno a su compañía…
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Qué bien se complementan las dos.
Están hechas la una para la otra…
Una teoría que
se hizo realidad en las tardes de aquel largo y cálido verano. La siesta
familiar parecía el decorado ideal para aquellos encuentros. La desnudez
juvenil de sus cuerpos hacía el resto. En el patio, los cuerpos tamizados por
la cegadora luz de la tarde se entregaban al placer. Placeres prohibidos. Si
los pechos de Marta se bañaban en sudor, la mano de María acudía pronta. Si las
caderas de Marta demandaban humedad, la lengua de María acudía solícita. Si la
relajación sesteaba en los pezones de Marta, la boca de María conseguía la
mayor de las durezas. Si el calor se concentraba en el sexo de cualquiera de
ellas, su tierna prima lanzaba sus caricias con los diez dedos de sus manos o
los correspondientes de sus pies. Si una se abría, la otra entraba; si una llegaba
seca a los encuentros, volvía a su habitación con las más secretas humedades
descendiendo por su entrepierna… Cosas de familia. Encuentros profetizados
desde la más tierna infancia.
Alguien les
recordó en alguna ocasión la seráfica letanía de poner paz en la guerra, perdón
en las ofensas, armonía en la discordia y luz en las tinieblas…Con una pícara
sonrisa respondieron casi al unísono. Contestaron que en su vida no se
empeñarían en ser consoladas sino en consolar, en ser comprendidas sino en comprender,
en ser amadas como en amar… Ya habían comprendido que dando se recibe y,
olvidándose del mundo, se encuentra el mejor de los placeres… Una sabia y
tierna letanía que toda la familia comprendió…
Una familia
que todavía celebra el juramento, solemne, de los votos perpetuos de las dos
tiernas primas…